Además de la arquitectura, la música es una de las pasiones del turinés Fabrizio Fragomeli, quien estudió piano durante muchos años. Él confiesa ver cierto paralelismo entre el ejercicio de su profesión y la composición de una pieza musical, en la que los silencios son los espacios vacíos de las construcciones, y el ritmo es la repetición de elementos arquitectónicos. Y se ve a sí mismo como un director de orquesta que ha de buscar la armonía, para conseguir ambientes en los que las personas vivan en sintonía con sus pensamientos, sueños y emociones. Y este enfoque fue el que aplicó en la reforma e interiorismo de esta casa en Turín, todo un desafío.
elementos del pasado reciente de la familia en Asia, además de incluir comodidades y una sofisticada tecnología para la vida contemporánea. “En el diseño de interiores, el reto fue combinar dos culturas diferentes, como son la estética antigua de la casa y el estilo contemporáneo y oriental de los propietarios. Y buscar un equilibrio entre ellos”, señalan. “Para las paredes, elegimos tonos naturales inspirados en la paleta de los elementos originales de la casa: gris y azul claro, y dimos toques de color con los textiles, como el azul y el naranja de los sillones”. El conjunto de obras de arte, muebles emblemáticos del s XX, piezas de diseño contemporáneas y el mobiliario que la familia traía de Oriente, crean un mix ecléctico e inspirador.
Éstos restauraron las pinturas de las bóvedas que estaban tapadas detrás de falsos techos, recuperaron la chimenea, oculta detrás de las paredes, y devolvieron a los techos su altura original.
Esto último les permitió añadir espacio extra, al construir altillos.
“Gracias a la creación de las mezzaninas, hemos revisitado el concepto original del siglo XVIII que consiste en dividir los espacios funcionales de aquellos para vivir”, nos cuentan los arquitectos.
Es así como en la entreplanta de la cocina se instaló el lavadero y la despensa; en el dormitorio principal, la doble altura sirvió para añadir un escritorio y el vestidor; y en los cuartos de las niñas, se pusieron las camas y zonas de estudio en los altillos.
Este apartamento, situado en la tercera planta de un edificio construido en 1757, en una de las plazas emblemáticas de la ciudad italiana de Turín, había permanecido deshabitado durante años hasta que fue comprado por un matrimonio formado por turinés y australiana, para convertirlo en su casa después de haber vivido años en Hong Kong.
Ambos querían que sus tres hijas crecieran y se educaran en la ciudad de origen del propietario, una urbe con mucha historia y sofisticado refinamiento en expresiones culturales como la arquitectura, el arte, la gastronomía…
Apostaron por ella y quisieron rescatar su esencia, que había sido anulada por anteriores reformas en los años 90.
A la derecha, sillón Luis XV Carrosse, por Tappezzeria Druetta. Entre los armarios chinos, sobre la chimenea, obra de Massimo Divenuto.
Comedor, con la mesa Concorde, de Poliform; antiguos jarrones chinos y sillas años 50, de Norman Cherner. Las obras son del artista Massimo Devenuto. Butaca Targa, de Gamfratesi para Gebrüder Thonet Vienna. Las pinturas de la pared son de Farrow & Ball.
Sus proyectos se mueven en un amplio rango que va desde el diseño de interiores de apartamentos, villas y yates, hasta concursos internacionales. La sostenibilidad y el cuidado por el detalle guían sus obras, en las que el arte es esencial.